Ansiedad

La ansiedad normal permite a la persona responder de forma adecuada. Se presenta ante estímulos reales o potenciales. La reacción es proporcional en tiempo, duración e intensidad. Se considera patológica cuando el estímulo supera la capacidad normal de respuesta del organismo y aparece una respuesta intensa y desproporcionada, que interfiere con el funcionamiento cotidiano y disminuye el rendimiento. Se acompaña de una sensación desagradable, síntomas físicos y psicológicos, y persiste más allá de los motivos que la han desencadenado. En estos casos se puede considerar un trastorno.

Trastorno de ansiedad es un término general que abarca varias formas diferentes de un tipo de trastorno, caracterizado por miedo y ansiedad anormal y patológica. Cada uno tiene sus propias características y síntomas. Las emociones presentes van desde el simple nerviosismo a episodios de terror o pánico. Suelen ser condiciones debilitantes, que tienden a cronificarse y aumentar en situaciones de estrés. Pueden presentarse a edades muy tempranas o empezar súbitamente tras un evento. La depresión suele ser común en estos trastornos. No es raro que se diagnostiquen a estas personas con el llamado trastorno mixto ansioso-depresivo.

 

Algunos de los trastornos de ansiedad son:

  1. Trastorno de ansiedad generalizada: preocupación o nerviosismo excesivo casi diario.
  2. Trastorno de ataque de angustia (con o sin agorafobia): episodios en los que aparece, de manera súbita, temporal y aislada un intenso miedo, temor o malestar, con una duración variable, de minutos a horas, y sin causa aparente. Se acompaña de síntomas como taquicardia, mareos, sudoración, vómitos o náuseas. Puede desembocar en agorafobia, miedo a presentar nuevas crisis y conducta evitativa.
  3. Trastorno obsesivo-compulsivo: se trata de pensamientos o acciones, no voluntarios,que el paciente no puede dejar de pensar o hacer para no generar ansiedad.
  4. Trastorno de estrés post-traumático: se da en aquellos casos en los que se presentan secuelas psicológicas desagradables tras el impacto de un trauma, guerra, violación, etc.
  5. Trastorno de ansiedad social o fobia social: miedo persistente a una o más situaciones sociales por temor a que resulten embarazosas. (https://curarlafobiasocial.com/y-el-miedo-al-rechazo/)
  6. Trastorno fóbico: temor desproporcionado y persistente ante un objeto específico, actividad o situación con la consecuente evitación del objeto temido.

 

Algunos de los síntomas físicos que se presentan son: sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad, temblores, tensión muscular, cefaleas, palpitaciones, taquicardia, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento…; y algunos de los síntomas psicológicos son: preocupación, sensación de agobio, miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente, dificultad de concentración, sensación de pérdida de memoria, inquietud, irritabilidad, conductas de evitación de determinadas situaciones, bloqueo psicomotor, obsesiones o compulsiones.

 

Para prevenir la ansiedad, es importante adoptar un estilo de vida saludable y evitar el consumo de drogas y sustancias que la causan (cafeína, teína y drogas como el éxtasis, las anfetaminas o el LSD) y practicar ejercicio físico de forma regular, en especial al aire libre.

 

La psicoterapia ha demostrado ser altamente eficaz. La terapia de conducta usa técnicas para reducir o detener las conductas no deseadas asociadas, por ejemplo, con técnicas de relajación y respiración profunda, para contrarrestar la respiración rápida y superficial que acompañan a determinados trastornos. Con la terapia cognitiva, las personas aprenden a entender cómo sus pensamientos contribuyen a los síntomas y cómo modificar aquellos patrones para reducir la ocurrencia y la intensidad de la reacción. La psicoterapia en grupo es una manera eficaz de proveer apoyo.

Recomendable también:

sueños

Curiosidades sobre los sueños y cómo nos afectan al dormir

sueños

– Las mujeres tienen más pesadillas que los hombres: y no solo eso, los sueños desagradables de las chicas contienen más desgracias y emociones negativas, además de involucrar en más ocasiones a miembros de la familia.

– Lo que hueles mientras duermes afecta al contenido de tus sueños: el tono emocional de los sueños es positivo en el caso de olores agradables y negativo cuando el olor resulta desagradable.

– El cerebro dormido se parece al cerebro despierto: mientras sueñas, tu cerebro se activa igual que cuando te suceden cosas en la vigilia.

– Soñar elimina el dolor: cuando soñamos, concretamente en la fase REM del sueño, las sustancias químicas generadoras de estrés dejan de producirse y el cerebro procesa las experiencias emocionales del día a la vez que suaviza los recuerdos negativos o dolorosos.

 

Otros artículos que te pueden interesar: